Periódico El Economista, sección “La plaza”
Fecha: 02 / 12 / 2004
Reseña
Oliver Stone piensa demasiado. A veces eso puede ser muy bueno, pero otras no tanto. En el caso de Alejandro, hay cierta desilusión, pues si bien Stone nos presenta el lado humano del conquistador, lo hace tan humano, que hasta lo hacer ver como alguien común y corriente.
Y, perdón, ¿que no íbamos a ver una película del más grande conquistador de todos los tiempos?
Sí hay un par de cosas interesantes pero existen muchas más que resultan excesivas en el rey macedonio (Collin Farrel). Por ejemplo, en el afán de mostrar el lado femenino de Alejandro, pero sin que por eso se viera muy gay, Stone convierte a Alejandro en un cero a la izquierda, en un ser tan tibio que aunque haga berrinche y mande a ejecutar gente no se la crees.
La cinta da un panorama general de la vida de Alejandro: la tormentosa relación con su padre, el rey Filipo (Val Kilmer) y su madre Olimpia (Angelina Jolie), el primero un macho y la segunda una mujer manipuladora y dominante; la relación con su amigo-amante Hefesto y sus sueños de conquistador. La acción se centra a partir que la batalla de Alejandro con el rey Darío y de ahí continúa hasta que llega a India.
Visualmente atractiva, llena de fuerza, sin embargo, flaquea en la forma de contar la historia. Y es que Stone se la pasa contando la historia apoyado por un narrador: un viejo general de Alejandro, Ptolomeo, que resume la historia pues es bastante larga, pero este recurso se vuelve tedioso en muchas partes.
Por otro lado, Stone pasa a Alejandro todo el tiempo discutiendo con sus generales, lo vemos pelear poco y para colmo no mata a nadie. Y entonces, parece un muchacho caprichoso que gana sus batallas por casualidad.
Además, poco a poco, Stone trata a Alejando (Alexander, EU, 2004) como si fuera JFK, y lo fundamental sea una conspiración política (es bastante probable que Alejandro estuviera rodeado de ellas), pero eso parece importarle poco al personaje. Así que cuando llegamos al punto clave de la conspiración, ésta parece sacada de la manga.
Dentro de lo interesante de la cinta podemos mencionar la escena de noche de bodas de Alejandro con una bailarina exótica persa (Rosario Dawson), su esposa (pues ésta se quita la ropa); la única batalla en la que Alejandro organiza una buena estrategia de batalla, y la parte en la que Alejandro doma a un caballo salvaje, que después se convertiría en su fiel Bucéfalo.
En todos los sentidos, Troya es una cinta mejor lograda que Alejandro, y qué lástima pues la figura de Alejandro da para mucho más. Stone aplanó al personaje por sobreanalizarlo. (Fausto Ponce)